XVI DOMINGO (B)

  

Del Evangelio según San Marcos 6,30-34.

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

 

1.– El domingo pasado leímos que Jesús enviaba a los discípulos a proclamar la presencia del reino de Dios, presencia que se prueba con la curación de los enfermos y  la liberación de los poseídos por el diablo. Hoy recibe a sus discípulos cansados y agotados. Y les invita a descansar. Pero no pueden. Como sucede con Jesús en su primera gira por los pueblecitos costeros del lago de Galilea, así ocurre ahora. Los discípulos tienen tanto éxito como su Maestro, que reproduce los buenos  sentimientos del Señor cuando ve a su pueblo abandonado por los que debían cuidarlo y defenderlo de sus enemigos internos y externos.

2.- Jesús enseña a sus discípulos a ser auténticos pastores.  El punto de partida es querer al rebaño, y quererlo es compartir un mismo sentido de vida y saber con seguridad sus objetivos. La comunidad cristiana tiene a Jesús como cabeza que envía su Espíritu y Vida a todo el Cuerpo, formando una familia en la que todos los miembros participan de la potencia bondadosa del Padre (cf Col 1,18). Jesús y sus discípulos no son como los potentados de la tierra y los jefes de los pueblos que los explotan y se sirven de ellos para sus propios intereses (cf Mt 10,41-45). Son gente que no quiere al rebaño porque son obreros contratados y mal pagados, o que cuidan al rebaño a la fuerza y, por tanto, sin entrañas de misericordia (cf Jn 10,11-18). Jesús le da sentido a su familia y fuerzas para cumplir dicho sentido de vida y no duda en entregar su vida por ella (cf Jn 10,11)

3.– Todos tenemos alguna responsabilidad: en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, en las Órdenes y Congregaciones religiosas, en las instituciones sociales, culturales, deportivas, musicales, etc., etc. Debemos seguir el ejemplo de Jesús: no ser asalariados, sino amar a las personas que forman dichas instituciones y, en el amor, entregarnos para constituir sociedades más justas y libres. Y para eso hay que dar y compartir lo mejor de nosotros mismos.

 

 

 

¿Te gusta el Blog?

Comparte con tus amigos para dar a conocer Familia Franciscana.