VII DOMINGO (C)

 

           

Del Evangelio según San Lucas 6,27-38.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,  bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

 

1.- Jesús supera la ley del talión que  es culmen de la ética del cristianismo. Al mal se le responde con la misma lógica violenta y conforme al principio de proporcionalidad (cf Éx 21,23-25). Con esto se le señalan unos límites a la venganza, pues en otros tiempos la revancha era mayor que el daño y de consecuencias imprevisibles. Ahora todo cambia. Dar un guantazo en la mejilla era corriente entonces como señal de injuria y desprecio, y dársela a los discípulos, que es seguramente a lo que se refiere el dicho, incluye menospreciar el mensaje de Jesús. El segundo caso. El manto tiene más valor que la túnica y es fundamental para pasar las noches en Palestina. En fin, todo el que solicite nuestra ayuda, que no se marche sin nada.

2.– Jesús recomienda el amor y la oración por los enemigos ante la experiencia del rechazo personal y social que están percibiendo y tantas veces sienten los cristianos de parte de la sociedad. La razón no es la participación de una misma naturaleza, o defender la armonía del cosmos como espejo de la bondad de Dios al estilo griego, o el texto del Salmo (145,9): «El Señor es bueno con todos». Jesús absolutiza y radicaliza el amor como obras y acciones concretas que determinan la conducta permanente de cualquier seguidor suyo ante el que lo descalifica y le hace un daño real. Presupone la afirmación: amad a los que os odian, a los que os maldicen,a  los que os calumnian, lo que lleva consigo ser bien vistos por Dios: «Bienaventurados los perseguidos…». Y son del agrado divino porque reproducen el amor paterno de Dios a todas sus criaturas.

3.– Jesús expresa su experiencia de Dios: es su amor a su criatura, la ilimitada ternura o la libre cercanía del amor de Dios a toda persona. Esto provoca la profunda alegría y el gozo interior de los que descubren y aceptan este nuevo movimiento divino, y les obliga a vivirlo con todos los hombres en el contexto de la presencia del Reino. Entonces el campo de las relaciones humanas se queda sin fronteras al no levantar Dios muro alguno para establecer contacto con los vivientes. Por su paternidad universal fundamenta una dignidad común y un común reconocimiento entre todos. De esta manera se supera la obligación de no querer a los que no forman parte del pueblo o de la misma etnia o familia, o son aborrecibles por su conducta, y además se borra la imagen de un Dios que simboliza la violencia humana. Pensemos en África, América, Europa, en nuestra ciudad y pueblo: ¿cómo son nuestras relaciones familiares, sociales, culturales, étnicas? ¿Las establece el interés propio, la sangre, el dinero? Porque el amor a los enemigos va más allá de la oración y abarca una serie de gestos y acciones sociales que posibilitan la identidad histórica del Dios de Jesús por medio de las conductas de los cristianos. Si el comportamiento de sus seguidores reproduce el de cualquier familia o grupo cerrado, nada supone de novedad para ellos la relación bondadosa de Dios. Pues Dios por su amor no sólo se acerca al hombre, sino a toda la creación, sin exclusión alguna. Es el Dios del amor universal, y no el Dios al que se le da culto en el templo de Jerusalén (cf Mc 11,15-19par), o en el Garizín (cf Jn 4,21).

 

 

 

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