TIEMPO LITÚRGICO DE ADVIENTO

P. Ruiz Verdú OFM

Las oraciones “colecta”. La oración llamada “colecta”es la que reza el que preside la celebración, después de la recitación del “Gloria”. Con ella se concluye la primera parte de la Santa Misa: el rito de entrada . Pero ¿qué decimos en ella? ¿qué pedimos? Nos solemos conformar con la respuesta “amén”, que sale espontanea y, a veces, sin reflexión de nuestros labios. Con estas reflexiones sobre ella, pretendemos mejorar nuestra oración y preparar mejor la escucha de la Palabra de Dios. Se llama “Oración colecta”, porque, con todos los sentimientos y deseos con los que hemos venido a la celebración de la Eucaristía, y en consonancia con el tiempo litúrgico que celebramos, que de algún modo ya hemos expresado, formamos como una sola gavilla, una sola petición que dirigimos a Dios Padre por Jesucristo.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Reflexionando y orando

Oración colecta
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene,, para que, colocados a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.

En toda oración colecta nuestro primer pensamiento va dirigido a Dios. En ésta nos dirigimos al Dios todopoderoso, que es el único que puede concedernos lo que le vamos a pedir.
El adviento es preparación para el encuentro con Cristo. Pero este encuentro no es siempre deseado por los cristianos, por circunstancias personales, sociales, políticas… Sin embargo, llevamos todos dentro el deseo de la vida eterna, del reino de los cielos, de una felicidad sin mezcla de sufrimiento. Dios lo puso en nosotros. Puede suceder que la “felicidad” del presente enturbie el deseo del futuro. Por eso, en la oración le pedimos a Dios que nos conceda, que cobren vida los deseos que Él puso en nuestro corazón, que no se oscurezcan ni se duerman. Y esto se lo pedimos al comenzar el adviento.
No debemos ir solos, sino acompañados de las buenas obras; de aquéllas que serán merecedoras de premio el día del encuentro con Cristo Jesús, y que son las que nos colocarán entre aquellos que también han actuado esperando al Señor y entrarán a poseer la vida eterna.
Tú, Señor, eres nuestro Padre;
tu nombre de siempre es “nuestro redentor” (Isaías)
Los que esperan en Dios no quedan defraudados

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