San Antonio de Padua, Doctor Evangélico,

Sermones Dominicales y Festivos. 

 

Luis Pérez Simón OFM

Vaya por delante mi enhorabuena y reconocimiento a cuantos ha trabajado con mucho esfuerzo y constancia para llevar a cabo esta obra voluminosa y valiosa, en lengua española, como son los Escritos del Doctor Evangélico, San Antonio de Padua, bajo el título de Sermones dominicales y festivos, en la Serie Mayor -66 de las publicaciones del Instituto Teológico de Murcia, O. F. M. Sus nombres, según figuran en la contraportada, son: Francisco Martínez Fresneda (edición), Juan Ortín García (traductor), Victorino Terradillos Ortega (presentación) y Rafael Sanz Valdivielso (introducción). A todos ellos mi felicitación, gratitud y reconocimiento. La Editorial Espigas, de Murcia, nos ha dado un libro voluminoso, bien presentado, con el mismo formato que en la edición primera, bien maquetado y encuadernado, y con una bella cubierta, en la que se representa a San Antonio, sentado y leyendo, que pertenece al Políptico de Valle Romita (c. 1400), de Gentile de Frabiano, de la Pinacoteca de Brera, Milán.
Estimo oportuno recordar algunos pasos previos a la obra. Con ocasión del VIII centenario del nacimiento del Santo universal, año 1995, la familia franciscana de España organizó diversos actos culturales con tal motivo, respondiendo al deseo manifestado por el papa San Juan Pablo II con estas palabras: “Exhorto a todos los miembros de la gran familia franciscana a esforzarse por difundir un conocimiento adecuado del santo taumaturgo, tan venerado en las comunidades cristianas de todo el mundo” (Mensaje con ocasión del VIII centenario de San Antonio de Padua, 13 de junio de 1994). También los Ministros Generales de la Familia Franciscana escribieron una importante Carta, titulada Antonio, hombre evangélico. Como respuesta a estas llamadas, la Conferencia de Ministros Provinciales de España y Portugal (CONFRES) promovieron diversos actos, como: la XXVIII Semana interprovincial, dedicada a dar a conocer la figura de San Antonio por medio de una serie de conferencias pronunciadas por especialistas en diversos aspectos del Santo, cuyo resultado puede verse en los textos de las mismas, recogidas e impresos por CONFRES. A estos actos siguió la edición bilingüe –latino-castellana- de los Sermones dominicales y festivos, en dos volúmenes, con un total de 2433 páginas, en la Editorial Espigas, de Murcia, 1995. Una edición que abrió la posibilidad de conocer directamente la predicación del Santo en nuestra nación, pues antes disponíamos sólo de fragmentos. La edición resultó un tanto precipitada en la fase de fijación del texto, llevada a cabo mediante una digitalización hecha al dictado, que ocasionó algunas lagunas en el texto (omisiones), introducción de términos ajenos por completo al texto, introducidos por semejanza fónica) y, sobre todo, con una traducción hecha más sobre el texto portugués que sobre el texto latino. Sin duda faltó tiempo para una corrección reposada. A pesar de lo cual, creo que estos documentos han sido una siembra que ha dado sus frutos en el conocimiento y devoción al Santo. Nos han acercado a la persona, vida y pensamiento de San Antonio y han contribuido a fundamentar la piedad popular por medio de unos ejercicios piadosos y una predicación iluminados por su palabra auténtica. ¡Cuánto tiempo llevábamos predicando y oyendo predicar sobre San Antonio sin conocerlo ni haber leído sus palabras! .
La figura de San Antonio ha entonado con los gustos, sensibilidad y manifestaciones religiosas y estéticas de cada época, se nos dice en la presentación del libro. Su sintonía con el tiempo provoca en los hombres el amor operante con su ejemplo, que induce a participar de su intimidad y a buscar su intercesión en nuestros corazones, porque su predicación es llamada y exhortación universal a limpiar la vida personal del pecado ante la “semilla fecunda” de la palabra de Cristo. Son precisamente sus Sermones los que nos muestran la imagen más importante de su personalidad, como primer Lector de Teología en la Orden, predicador evangélico y escritor. En ellos está su ciencia y experiencia sobre Jesucristo, su Evangelio, sobre el hombre peregrino por el mundo –con sus valores y contravalores- y, en una palabra, sobre el contenido de nuestra fe: Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Virgen María, la Iglesia, la vida cristiana, las virtudes teologales y morales, muy particularmente la de la penitencia. El Santo portugués nos evangeliza con su palabra escrita y nos invita a la conversión.
Como temas centrales podríamos indicar los siguientes: Jesucristo, el hombre, la penitencia, la Virgen María. Importante es resaltar su predicación de tipo social, en particular contra los avarientos, los usureros, la lujuria, su defensa de los pobres…
Jesucristo, Hijo de Dios, es el centro de la vida y predicación del Santo lisboeta. Expone la doctrina en un lenguaje funcional, por encima del abstracto, para ofrecer a los oyentes el significado de la centralidad de la humanidad de Jesús: Sumo bien, nombre más dulce que la miel, riqueza misma, misericordia, don perfecto del Padre, desde su Encarnación a su Pasión, medicina, camino y mediador. Expuesto con más detalle y extensión puede leerse en Revista Verdad y Vida, T. LIV, núms. 215-216, Madrid 1996, 353-405.
El hombre. Sobre los datos tradicionales propios de la época ofrece una visión existencial de la condición humana como criatura de Dios, creado y amado por él, destinado a disfrutarlo, frágil y siempre en movimiento, dependiente, pecador por su naturaleza herida, visto con cierto pesimismo moral, que, no obstante, queda superado por el optimismo debido a la redención de Cristo. Puede verse en Verdad y Vida, T. LV, núms. 217-220, Madrid 1997, 271-302.
Penitencia. Es un tema que está presente en casi todas las páginas de los Sermones. Esta insistencia responde a la finalidad propia de la obra, que es conducir las almas de los vicios a las virtudes, reformar las costumbres y consolidar la fe, predicando la conversión, o vuelta del corazón a Dios. Aprovecha todas las oportunidades que ofrecen los textos bíblicos y litúrgicos, acomodándolos a las circunstancias. La penitencia es cosa amarga, porque hace abandonar los vicios y pasar de virtud en virtud (S 1015-7); es amarga para los principiantes, cambiada en los proficientes y palmera en los perfectos (S 2245). Véase en Revista Carthaginensia XIII, 1997, 283-318.
Virgen María. San Antonio pasa por ser reconocido como gran amante de la Virgen María, a la que cantó en varias de sus festividades litúrgicas con amor tierno y filial, heredado del padre Francisco de Asís. La canta como “madre y esclava del Señor”. Su pensamiento queda reducido a exponer los textos litúrgicos de las fiestas marianas, sin sistematizar contenidos, explicando sus prerrogativas (maternidad divina, santidad excelsa, librada del pecado, medianera, Asunta), con el fin de mover al lector (oyente) a la devoción a María. Ver en Verdad y Vida, n. 239, Madrid 2004, 65-93.
La edición presente se atiene al texto latino de la edición crítica publicada por Ed. Messaggero, de Padua 1979, y conserva todos los documentos de la edición bilingüe de la Editorial Espigas, de Murcia 1995. La rica introducción, escrita por Rafael Sanz Valdivieso, no se puede omitir a la hora de leer los Sermones, pues nos enseña y ayuda a comprender la estructura del Sermón antoniano, su empleo de la Sagrada Escritura y de la Liturgia, y a percibir la tesitura existencial humana que caracteriza la predicación del Santo portugués. También mantiene en apéndices las Cartas de los papas Pío XII, San Juan Pablo II y la de los Ministros Generales de la Familia Franciscana, ésta de especial interés y utilidad por mostrarnos la persona de San Antonio como hombre evangélico, franciscano, hombre del Espíritu, amante de la Iglesia, cercano y compasivo de pobres, necesitados y pecadores, como fermento de caridad hacia los pobres, “que son evangelizados”, como repite el Santo.
La traducción, nueva por completo, es debida al duro e intenso trabajo de D. Juan Diego Ortín García, profesor emérito del ITM, buen conocedor de las lenguas clásicas, como advertirá el lector atento en la precisión y ajuste del léxico. Es de advertir que la edición nueva ha cambiado, respecto de la anterior, el orden de los domingos y fiestas, ajustándose al orden litúrgico actual, cosa que es de agradecer, según creo, por facilitar el uso de los textos de cada celebración, tanto a la hora de estudiarlos como para convertirlos en objeto de lectura espiritual y ayuda para la predicación de la homilía. Además, ha omitido los sumarios iniciales –esquemas del sermón- que encabezaban cada sermón en la edición anterior.
En otro orden de cosas, es debido reconocer las abundantes correcciones de los errores cometidos en la traducción y en la impresión anteriores que tienen que ver, unos con la sintaxis gramatical (sentido dado a las conjunciones, aspectos verbales, etc.), y otros con la digitalización definitiva del texto.

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